viernes, 7 de marzo de 2014

Independiente y Huracán: de aquel protagonismo a esta condena

Se trata de una verdad que los lastima: Independiente y Huracán es un tradicional duelo de Primera condenado a transformarse en una cita de segunda. Este sábado, en el Libertadores de América, jugarán fuera de la A por segunda vez; la primera fue en el comienzo de esta temporada, en el Ducó. Antes se habían enfrentado 149 veces en la máxima categoría, desde aquel encuentro inaugural en 1915, en el que los de Parque de los Patricios se impusieron por 1-0 en su vieja cancha de Avenida La Plata y Chiclana. Las dificultades institucionales y económicas, las pésimas administraciones dirigenciales, las malas decisiones en lo deportivo y la lucha sin éxito en la tabla de los promedios los condenaron. Independiente descendió por única vez luego de más de un siglo en la elite; Huracán, que suma 12 temporadas en el Nacional en cuatro ciclos distintos, tropezó por primera vez en 1986, luego de 73 campañas sucesivas en la A.





Hay dos historias entre ambos que retratan lo que en estos días no son. De la primera, pasaron cuarenta años; de la segunda, veinte...
1) Aquellas semifinales de la Libertadores. Pasó justo después del Mundial de Alemania. El año anterior, el Independiente de Ricardo Bochini y Daniel Bertoni empezaba a recibirse de Rey de Copas al ganar la cuarta de sus siete Libertadores. Y el Huracán de Miguel Brindisi y René Houseman había encantado a todos y sumaba el undécimo título oficial de la AFA (cinco Ligas y seis Copas Nacionales) para el club de Parque de los Patricios. Los dos eran protagonistas centrales de ese fútbol de los años setenta. Y en aquel setiembre de 1974 se enfrentaban en la Ronda Semifinal de la máxima competencia del continente.

Cuenta la historia del duelo entre ambos: en los partidos decisivos el vencedor es Independiente. No hubo excepción en el ámbito internacional. El primer encuentro se jugó el 4 de setiembre en Alcorta y Luna. Fue un empate con tantos de dos cracks de ese tiempo: Brindisi y el Bocha. Ya 16 días más tarde, en el segundo encuentro, en Avellaneda, el Rey de Copas se comportó como tal y se impuso 3-0, con dos tantos de Bertoni y uno de Saggiorato. En aquel grupo del que también participaba Peñarol, esa goleada resultó decisiva para que Independiente accediera a la final frente San Pablo y para que, en el desempate en Santiago de Chile, obtuviera su quinta Libertadores.
Por un lado, tiempos de Gay, de Comisso, de Pancho Sá, del Zurdo López, de Pavoni (autor del gol en el choque definitorio ante San Pablo), de Galván, de Raimondo, de Semenewicz, de Balbuena... Por el otro, tiempos de Fatiga Russo, de Carrascosa, de Buglione, de Fanesi, de Basile, de Babington, de Larrosa, de Chabay, de Scalise... En definitiva, a la luz de los nombres, otros tiempos.
2) La final que terminó en goleada. Sucedió apenas finalizado el Mundial de los Estados Unidos. Huracán había regresado a la máxima categoría hacía cuatro temporadas. Dirigido por Héctor Cúper, se había transformado en un asombro y en la perfecta revelación del Clausura de aquel año. Independiente, que llevaba cinco años sin títulos, había confiado la conducción técnica a Brindisi -un símbolo quemero- para tratar de dar la vuelta. Fue un torneo parejísimo. Y parecía que cualquiera podía ser el campeón cuando la competición se tuvo que interrumpir durante la Copa del Mundo. Quedaban cuatro fechas y el Globo de Newbery era el líder mientras a Diego Maradona le "cortaban las piernas", tras el partido frente a Nigeria, allá lejos en Boston.
Independiente y Huracán le sacaron ventajas al resto en esa última recta. Llegaron a la penúltima fecha como los grandes candidatos. En el Ducó, por un rato, aquel equipo en el que se destacaban Marcos Gutiérrez, Pedro Barrios, Hugo Morales, Víctor Delgado y Walter Pelletti se sintió campeón. Mientras vencía a Banfield, Independiente caía frente a Gimnasia, en La Plata. Pero aunque sostuvo su triunfo como local, los de Avellaneda terminaron goleando y la definición se postergó para la fecha final. Quiso el destino que el fixture los encontrara en ese último capítulo. Huracán estaba un punto arriba, pero jugaban en Avellaneda. Después de 21 años, los de Parque de los Patricios querían ser campeones. "En la cancha del Rojo vamos a ganar / y la vuelta vamo' a dar", cantaron sus hinchas en la caravana desde Parque de los Patricios al Infierno.
El día de esa final nacida del azar de la programación del torneo, el 28 de agosto, no cabía ni un alfiler en el estadio de la Doble Visera. Se agotaron las localidades y hasta algunos hinchas de Huracán no pudieron entrar incluso aunque habían comprado su entrada. Fue, por lejos, la máxima recaudación del torneo, bastante por encima del Superclásico. En aquel encuentro, dirigido por Javier Castrilli, todo fue de Independiente, el dueño de casa, de los goles, del título. Lo aplastó al equipo de Cuper desde el principio hasta el último suspiro. Al cabo fue un 4 a 0, con tantos de Daniel Garnero, Gustavo López, Albeiro Usuriaga y Ricardo Gareca. Y una celebración sin olvido: el Infierno se transformó en una fiesta en la que sólo un color estaba aceptado, el rojo.
La cita de mañana -más allá de las necesidades de cada uno- poco tiene de aquellos días, de ese glamour y de ese encanto de los encuentros decisivos. De algún modo, esas historias -vistas con los ojos de estos días- parecen divertidas exageraciones contadas con entusiasmo por padres o por abuelos...

1 comentario:

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