miércoles, 31 de octubre de 2012

Falcioni levantó en peso a Clemente Rodriguez en la práctica

Nadie habla. Sólo él.

“Te equivocaste feo, estuviste muy mal. ¿Acaso yo salí a decir cuando te bajaste del partido contra Belgrano? ¿O cuándo llegaste tarde la semana pasada? No está bien lo que hiciste. Y esto no es la primera vez que pasa. Pero yo no me callo más, muchachos. Se terminó”.

En 15 minutos de charla, de monólogo en realidad, delante de todo el plantel y el cuerpo técnico, Falcioni sopapeó a Clemente Rodríguez. Lo dejó groggy. Y lo tiró a la lona.



“Fue un asesinato”, graficaron desde adentro.

 Enojadísimo por las declaraciones del lateral (ver aparte) en las que criticaba al técnico y cuestionaba el hecho de que se había enterado de su salida en el entretiempo frente a River a través del ayudante de campo (Javier Sanguinetti), JC salió con los tapones de punta en la charla previa al entrenamiento. Fue el único orador y escrachó a Clemente delante de todo el grupo. Ni el defensor, que se acomodó detrás del arquero Seba D’Angelo, ni ningún otro futbolista, contestaron. Es más, el entrenador puntualizó la situación en la que Clemente llegó tarde la semana pasada y precisó detalles de horario y lugar en el que había estado y los motivos por los que se había demorado. “Lo liquidó”, coincidió otra fuente, que exigió las reservas del caso. El escenario fue a la vista de todos (en la cancha N° 3 de Casa Amarilla), con la posibilidad de que se registraran imágenes y fotografías a la distancia, pero se trataba de una situación en un ámbito privado: excluyeron a los médicos y a los utileros porque cuando se habla “un asunto íntimo o un poquito subido de tono” prefieren un clima de mayor confianza y hermetismo. Igual, no es casualidad que Falcioni, periodista recibido y muy atento al manejo de los medios, haya decidido realizar la reunión al aire libre y no en el vestuario, como ocurrió en otras situaciones complicadas...

Además, Falcioni le explicó al lateral los motivos de su salida en el descanso del superclásico. Dijo que en el vestuario dio novedades tácticas, nombró al nuevo equipo que salía a jugar el segundo tiempo y que al no estar incluido Clemente era una obviedad que el ingreso de Lautaro Acosta era en su lugar. Desde el punto de vista lingüístico y literal, el jugador tiene razón. Falcioni no pronunció la frase: “Sale Clemente”, pero entregó los 11 apellidos que iban a salir a jugar el complemento y Clemente no estaba.

El resto de los integrantes del cuerpo técnico también están muy molestos con el jugador que habitualmente es convocado por Sabella a la Selección. Sienten que no respeta las decisiones de Falcioni y que pifió fuerte al mencionar en público un acto privado. Sin embargo, esta mala onda no generaría la exclusión del lateral del equipo. Para el compromiso inmediato del sábado contra San Lorenzo, el sector izquierdo quedó averiado por la lesión de Sánchez Miño (ver pág 8) y el DT es consciente de que no cuenta con muchas alternativas en ese lugar de la cancha. Su intención, amén de señalarle su error, fue la de exhibir su autoridad y voz de mando ante el resto del grupo. Sabe que tiene el apoyo de Angelici para tomar cualquier determinación y, más aún, si ésta incluye a los integrantes del ala riquelmista que tanto irrita al técnico y al presidente. De hecho, no es la primera vez que Falcioni expone a uno de los amigos de Román: cuando Diego Rivero faltó al entrenamiento por un problema personal, lo hizo saber a través de sus satélites y lo excluyó de la final de la Copa Argentina vs. Rácing. Pablo Ledesma lo criticó por TV (“tengo poco diálogo con el entrenador”) y entonces Falcioni lo borró de la concentración, muy caliente. Y el año pasado ya había sacudido a Javier García por irse de la concentración sin permiso para acompañar a Riquelme a realizarse estudios médicos.

Clemente tampoco soporta a JC. “No lo aguanto más”, suele desahogarse con sus íntimos en los últimos días. El lunes, cuando habló por radio, contó que a fin de año resolverá su futuro. Daría la sensación de que otro semestre más juntos y con otro foco de conflicto no resistiría. Si incluso ya había entregado signos de reclamo: cuando pidió la subcapitanía (se la dieron a Somoza) y cuando declaró que al técnico sólo lo saludaba “por respeto”.

Pero esta vez parecería que se llegó a un límite. Semejante reto delante de todos los compañeros no puede pasar inadvertido. Habrá que esperar al próximo capítulo de la novela. Ayer, Clemente besó la lona.

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