lunes, 25 de junio de 2012

San Lorenzo zafó del Descenso e irá por la Promoción contra Instituto

Con un Nuevo Gasómetro a pleno, y con el deseo de su hinchada el equipo de Boedo salió a jugar lo que podía ser su útlimo partido en Primera!

No faltó el suspenso, cuando en uno de los primeros avances de la visita logró ponerse en ventaja y hundía mas a San Lorenzo.

Después vino el polémico Gol del empate de Bueno (fue carga al arquero, digan lo que digan al arquero en el área chica no se lo puede tocar y bueno fue un poco más allá). Encima los jugadores de San Martín no se bancaron el falló del Referí y Bogado se fue a las duchas en ese mismo momento.


Con ya todo mas facil vino el gol de Kannemann que preparaba el milagro de llegar a la promoción!


Ahora lo espera Instituto el Jueves en Córdoba.

Una bocanada de aire profunda, para llenar los pulmones cargados de plomo. Las piernas duras, los dedos de los pies comprimidos. Los dientes apretados y el nudo en el estómago. Así salió San Lorenzo a jugar el partido ante San Martín de San Juan. Debía conseguir los tres puntos, si no el destino inevitable se llamaba B Nacional, descenso por primera vez tras 30 años.

Pero equivocó la forma el Ciclón. Caruso paró un 4-4-2 sin demasiado análisis, sino más bien con todos "los generales". Romagnoli jugaba como volante por izquierda, Salgueiro por derecha, Buffarini de cuatro. Bueno y Gigliotti arriba. Kalinski y Ortigoza en el medio. Alvarado, Bianchi Arce y Kannemann para aguantar atrás. ¿A qué jugó San Lorenzo en el primer tiempo? ¿Cuál fue el plan para salvarse del descenso directo? Ninguno. El que tomaba contacto con la pelota la tiraba de punta y para arriba. Para que Gigliotti la baje y genere algo...
Fue un espejismo cuando al minuto Romagnoli desbordó por izquierda y ubicó a Gigliotti en el área, que giró entre tres pero no pudo sacar el rebote. A partir de ahí, todo fue de San Martín. Un equipo serio, bien parado, ordenado; con la convicción de tocar para llegar al gol, defendiendo una idea. Y fue mucho más el Santo sanjuanino que el de Boedo.
Llegaban las noticias desde otras canchas, y todas eran buenas para el local. Gol de Godoy Cruz primero, gol de Colón después. Un gol necesitaba San Lorenzo, ganar. A los 14, un pelotazo, una desatención en el fondo visitante y Gigliotti se fue mano a mano contra el arquero Leonardo Corti. Definió con el pie derecho en carne viva, con los nervios al aire. Y sus intenciones murieron entre las piernas del arquero. Increíble.
Bogado manejaba la pelota con criterio, del medio hacia la izquierda. Se juntaba con Emmanuel Más, con Marcelo Carrusca y con Gastón Caprari, a espaldas de Buffarini. Y San Martín se hacía un festín. Cambiaba el juego hacia la derecha, para Alvarez, que combinaba con Poggi y Diego García. Y en ese baile que orquestaban los sanjuaninos y que bailaban los de Caruso, el marcador se abrió con toda la lógica que el fútbol a veces también tiene: un toque de Bogado para Poggi, un pase entre líneas para Más que picó al vacío. Un centro atrás para Caprari: control y zurdazo arriba, para fusilar a Migliore y poner el 1-0. Lógica pura, entre tanta calculadora San Lorenzo se olvidó que dos más dos da cuatro.
El partido dio un vuelco y volvió a darse vuelta. A los 28, un lateral sobre la izquierda al área, desesperado. Saca Grabinski, la devuelve Kalinski. Corti, en el área chica, salta y casi controla el balón, pero Bueno lo embiste. El arquero soltó el balón y el uruguayo lo metió en el arco. Todos miraron a Germán Delfino, que convalidó el gol. Los visitantes se fueron encima del árbitro y el resultado fue una amarilla para Caprari y una roja para Bogado, por protestar.
A pesar de la injusticia y a pesar de jugar con uno menos, San Martín siempre fue más que San Lorenzo, aunque ahora el Ciclón empujaba y jugaba en campo rival. El problema del equipo de Caruso Lombardi era que no podía elaborar ni una aproximación. Todo era de punta y para arriba, y empujar; empujar y empujar.
El 3-0 parcial de Colón ante Banfield le permitía a San Lorenzo jugar una Promoción en caso de ganar. Le permitió serenarse en el vestuario, reagruparse. Y aunque no mejoró demasiado su juego, fue más profundo. Sobre todo a través de Bueno, que les empezó a ganar las espaldas a los centrales Grabinski y Lucas Landa. Y en un desborde llegó el centro atrás y Kalinski no pudo definir pero ganó un córner que Romagnoli envió desde la derecha, pasado, al segundo palo. Por allí apareció Kannemann, le dio el frentazo de pique al piso como dicen los libros y puso el 2-1 que hizo explotar al Nuevo Gasómetro.
Penco por Más y Affranchino por Poggi. Ahora era San Martín el que necesitaba un gol para salir de la Promoción. Y una volea del nueve silenció a todo el estadio, que así permaneció durante un buen rato. Hasta que Caruso mandó a la cancha a Damián Martínez por Gigliotti, un cambio que despertó algunos tibios aplausos. El Ciclón se paraba decididamente a jugar de contra. El desahogo final llegó a los 36. Buffarini recuperó y soltó una pelota larga para el Pipi Romagnoli. La capacidad y el talento del Pipi lo dejaron a Bueno de cara al gol y el uruguayo no falló: zurdazo al primer palo y 3-1, partido liquidado.
Los dos a la Promoción. A pesar del festejo interminable, y de las lágrimas de Romagnoli al salir. Del abrazo de Kannemann con Gigliotti y de la tensa calma del Tano Caruso Lombardi. Para San Martín se viene un mano a mano con Rosario Central. Y para el Ciclón dos partidos ante Instituto, 180 minutos más por la permanencia. Debe jugar San Lorenzo.

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